José
Rivera
Tonalá,
7 de enero de 2013, El sistema de atención a emergencias 066, de esta ciudad recibe en promedio por
semana entre 40 y 50 reportes de
accidentes de tránsito, donde un elevado porcentaje de estos recae en
motociclistas. El número de accidentados podría ser mucho más alto, pues el
dato no incluye a los que se accidentan en caminos de extravió, sobre todo en
lugares alejados de la cabecera municipal, asi lo dio a conocer Gabriela
Estrada Flores, miembro de resistencia civil.
Quien
además dijo, los familiares de las victimas aparte de lamentar la gravedad de las lesiones de su ser querido o
en le peor de los casos la pérdida de vidas humanas, hay que destinar
importantes recursos económicos, para resarcir el daño, o para pagar los
supuestos favores, por que en este tipo de situaciones es muy dada la tranza.
Estrada
Flores, además agrego es importante se consideran las horas de trabajo perdidas
forzosamente por los accidentados, lo que se convierte en un daño a la economía
familiar, cabe mencionar que la situación es dramática. Cuando sucede un
accidente, por lo que para combatir este problema, hay que recurrir tanto a la
educación vial como una asignatura en los diversos planteles educativos, asi
como al castigo mas estricto de quienes incurran en infracciones de transito,
siendo estas el exceso de velocidad y conducir en estado de ebriedad las mas
comunes.
Se han
dado algunos casos donde jóvenes han sido remitidos a prisión o se les ha
aplicado alguna multa por estas causas, y los padres de estos lejos de
reprender a los infractores por esta situación se inconforman con las
autoridades señalándoles de maltrato o abuso de autoridad, pero cuando sus
hijos están tendidos con la mirada al cielo, estos piden que las autoridades
actúen cuando fueron ellos mismos quienes le quitaron esa facultad a las
autoridades.
Por
otra parte las autoridades de transito deben otorgar una licencia de conducir
solo a quien tenga la edad suficiente y haya aprobado el examen reglamentario,
porque no es raro ver a adolescentes manejando un vehículo automotor,
principalmente motocicletas a altas horas de la madrugada. No hace falta decir
que el número de accidentes disminuiría bastante si se cumplieran cabalmente
esas exigencias básicas para un tránsito seguro.
Los
motociclistas merecen un capítulo aparte. Los conductores de estos no siempre
respetan la velocidad máxima establecida en los diferentes lugares, y toman
hasta las mismas calles como el boulevard Hidalgo frente a la zona de bares
como pistas de carrera desplazándose a 120 km por hora frente a los agentes de
la policía sin que estos atinen absolutamente a nada. A más de la velocidad no
permitida, muchos motociclistas no llevan cascos, sus vehículos no tienen
placas, y a menudo llevan dos o más personas, incluyendo niños, también sin la
protección que el reglamento de transito exige.
Los
motociclistas, que constituyen el 66% de las víctimas de accidentes de
tránsito, suelen llegar al hospital, borrachos, ensangrentados y con vómitos,
según el propio personal de esa institución. Cabe aplicar a esos
insensatos que la ley castiga con
prisión de hasta dos años o con multa al que condujera en la vía pública un
vehículo sin estar en condiciones debido a la ingestión de bebidas alcohólicas.
(Manejar en estado de ebriedad).
Los
accidentes aumentan significativamente los fines de semana, y esto debe ser perseguido con todo el rigor de la
ley. El borracho que sufre o produce un accidente debe ir a la cárcel. la
Policía debe velar estrictamente por el cumplimiento de las normas.
Las
medidas correctivas sugeridas deben ser sensatas y aplicables. Por ejemplo, se
ha señalado la necesidad de gravar vídeos a las motocicletas en el momento que
están escandalizando en las calles antes mencionadas para desalentar su loca
carrera.
Hace
falta una continua campaña de concientisación respecto a la seguridad en la
circulación, de modo que los conductores sepan y recuerden que lo que está en
juego es su vida y la de los demás. Hay que recurrir tanto a la educación como
al castigo. La correcta combinación de medidas preventivas y punitivas reducirá
considerablemente las dimensiones de lo que bien podría llamarse una cotidiana
tragedia.
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