jueves, 24 de junio de 2010

Siguen lucrando con la buena voluntad de las personas


José Rivera
Una ayudita para los niños con cáncer?" "¿No gusta cooperar para un centro de drogadictos anónimos?" "¿Me ayuda con unas monedas?” Los estafadores callejeros se valen de cualquier excusa para lograr que la gente les dé unas monedas que al final del día resulta una buena ganancia. Asi lo dio a conocer Margot De los Santos Lara
Quien además dijo que con carita "angelical" de esas que dan lástima bajo un sol abrasante, niños de brazos, latas con nombres de instituciones de ayuda, una lengua ingeniosa y muchos argumentos, los estafadores callejeros se aprovechan de la buena voluntad de las personas y de su poder de convencimiento dos de sus principales herramientas para lograr sus objetivos económicos. Llegan a utilizar incluso credenciales, uniformes y direcciones falsas para ser más convincentes.
Sin embargo, su principal e infalible arma es valerse del sentimiento ajeno, ya que la mayoría de las veces utilizan temas conmovedores como las personas desamparadas, los viejitos, los inválidos, niños huérfanos y hasta alguien en peligro de muerte, con tal de adquirir unos cuantos pesos ganados sin mayor esfuerzo.
De los Santos Lara, en entrevista, aseguró que el engañar o embaucar a la gente utilizando el sentimiento es un fraude y que el motivo por el que estas personas logran sus cometidos es principalmente por tres causas: 1 el volumen creciente de la población actual que les otorga un gran campo de acción, 2 la desinformación de la mayoría de la gente que no utiliza los medios a su alcance para conocer cómo las instituciones reconocidas recolectan fondos y 3 sobre todo, el sentimentalismo de la gente.
El costeño por lo general es generoso: cuando le tocas el corazón se mueve para ayudar. Muchas personas se aprovechan de esto para pedir ayuda y embaucarlos.
Agregó que estos fraudes callejeros carecen de una solución legal, puesto que la situación de estas personas no se encuentra regulada.
No hay una regulación existente al respecto. Una persona boteando, por ejemplo, en la calle, aunque sea en los cruceros, es peligroso y podría corresponder a las autoridades de tránsito vigilar que la persona esté segura.

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