José Rivera
Tonalá, 22 de enero de 2016, Ignoro qué
ocurrió con el Premio Chiapas en Artes 2015. Fui postulado por 13 instituciones
y algunos de sus directivos me han preguntado sobre los resultados. Desconozco
si se entregaron los estímulos en Ciencias y Artes y a quiénes, aunque por ahí
se mencionaba al Dr. Andrés Fábregas Puig como un candidato fuerte en Ciencias
y a Wong en Artes, sostiene de entrada el escritor Tonalteco. Es posible,
agrega, que por sus múltiples compromisos, el gobernador aún no tenga agendada
la ceremonia de entrega.
“Cuando trabajé como titular de la
Subsecretaría de Cultura y Recreación, allá por 1983, conocí a Fábregas Puig,
quien vino a Chiapas al frente de un proyecto de investigación sobre la
frontera sur por el CIESAS. Supe entonces de su capacidad intelectual, de su
entrega profesional, de su compromiso para trabajar por nuestra entidad federativa.
Su nombre es signo de respeto y entrega, por lo que si se le otorga el Premio
Chiapas 2015 en Ciencias, también, de manera inercial, a mí me repercute en
caso de que me designen en Artes, porque el galardón está vinculado a grandes
personalidades de prestigio, como Rosario Castellanos, Jaime Sabines y Enoch
Cancino Casahonda. Un reconocimiento que destaca la tarea artística e
intelectual ejercida por Óscar Oliva y Eraclio Zepeda, entre otros notables
autores”, precisa el poeta sino mexicano, quien a finales del 2015 publicó el
poemario “Penumbras de la luz”, gracias al apoyo del Fondo Editorial del Estado
de México, y “Poética del viento”, en la Dirección de Publicaciones de
Coneculta-Chiapas.
Óscar Wong (Tonalá, Chiapas, 26 de agosto
de 1948) precisa que el retraso no significa discriminación racial –es hijo de
chino y, además, de la costa–. No creo, como me han insinuado, que los
reconocimientos sean únicamente para los chiapanecos del centro, de Los Altos y
de la capital chiapaneca. En broma, y a veces en serio, algunos amigos me han
comentado que todo fue un simple cuento chino.
Interrogado sobre el tema, Wong, quien
fuera subsecretario de Cultura y Recreación del gobierno de Chiapas (1982-84) y
director de Publicaciones de Coneculta-Chiapas (2010), reconoce que la
expresión poética nos permite evocar y consagrar aquellas fases de nuestra
experiencia que están en riesgo de ser olvidadas; esta vitalidad tiene un
sentido vectorial, puesto que descubre nuestro caudal recóndito, nuestros
sueños más profundos, esas creaciones ideales cuya configuración fónica nos
permite continuar en este plano material.
“Aunque la palabra tiene un sentido
oracular –sostiene–, también representa un enigma que debe ser develado. En tal
sentido, el artista no es un dominador, sino un conciliador”, revela el
escritor, quien estudió Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras
de la Universidad Nacional Autónoma de México y fue becario del INBA-FONAPAS en
crítica literaria durante 1978-1979, periodo en el que escribió Hacia lo eterno
mínimo. Otra lectura de Muerte sin fin (Secretaría de Cultura de Puebla, 1995)
y del Centro Mexicano de Escritores en ensayo (1985-1986), donde realizó el
volumen Jaime Sabines. Entre lo tierno y lo trágico (Praxis, Méx., 2007). Premio
Nacional de Poesía Ramón López Velarde 1988 por su libro Enardecida luz (UNAM,
Colec. El Ala del Tigre, Méx., 1992), primer lugar en el Certamen Literario
Rosario Castellanos 1989 en cuento, con el volumen La edad de las mariposas
(Talleres Gráficos de la Nación, Méx., 1990) y Premio Nacional de Ensayo
Magdalena Mondragón 2006 en Torreón, Coahuila.
En septiembre del 2014 Ediciones Fontamara
publicó su libro “Altazor. Alquimia y revelación”. El 27 de diciembre de ese
mismo año, durante los festejos del 144 aniversario de la proclamación como
ciudad, el H. Ayuntamiento de Tonalá, Chiapas (2012-2015), lo designó “Hijo
Predilecto en la Cultura y las Artes”. Es autor de La pugna sagrada.
Comunicación y poesía (Edic. Coyoacán, Méx., 1997, 1ª. reimp. 2004), Chiapas.
Nueva fiesta de pájaros (Edit. Praxis, Méx., 1998), Cantares del Escriba
(Cuadernos de Malinalco, Toluca, Edoméx., 1999), Chiapas. Dimensión social de
la narrativa (Edaméx., Méx., 1999), y El secreto del verso (Linajes Edit.,
Edoméx., 2001, Chicome/Tanimu, La Paz, Edoméx., 2013).
El escritor sino mexicano, quien a finales
del 2015 publicó el poemario “Penumbras de la luz”, gracias al apoyo del Fondo
Editorial del Estado de México, y “Poética del viento”, en la Dirección de
Publicaciones de Coneculta-Chiapas, comentó que para él fue un período de mucha
actividad, pues su labor literaria de 40 años fue reconocida por la
Coordinación Nacional de Literatura en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de
Bellas Artes, el 15 de marzo del año pasado y a finales de octubre participó en
la GFIL de Guadalajara, junto con otros creadores.
Es autor de los poemarios Rubor de la
ceniza (Praxis, Colec. Dánae, Méx., 2002), Fulgor de la desdicha (Instituto
Mexiquense de Cultura, Toluca, Edoméx., 2001, 1ª. reimp. 2010) y En el corazón
de la memoria (UAEM, Toluca, Edoméx., 2012), así como los ensayos Poética de lo
sagrado. El lenguaje de Adán (Edic. Coyoacán, Méx., 2006) y Jaime Sabines.
Entre lo tierno y lo trágico (Praxis, Méx., 2007). Ha colaborado en diversos
medios de comunicación social.
Para muchas personalidades, y en especial
para El poema seminal, el nombre de
Óscar Wong es, en la literatura mexicana, sinónimo de persistencia y de
constancia, pues durante más de ocho lustros “ha luchado contra todo para
forjar una escritura que se sostiene por sí misma, fiel al lenguaje, a la
búsqueda de la poesía y a sus propias leyes internas. Sus raíces, la china y la
chiapaneca, están plenamente amalgamadas en su trabajo creador, sin mostrarse
aparatosamente. De ahí que su poesía es un continuo triunfo sobre la armazón
idiomática de que está hecha. Además, el magisterio casi silencioso y la
continua indagación crítica de que ha hecho alarde, sostiene a Wong como
alguien que ha podido superar con creces las limitaciones del capillismo y el
sectarismo, tan marcado en estas lides”. Radica en la ciudad de México e
imparte de manera independiente cursos y talleres de creación literaria.
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