viernes, 28 de enero de 2011

Mientras en otros lugares sobreprotegen piezas arqueológicas, en Tonalá están tiradas


José Rivera
En nuestro municipio, cualquier persona puede tener bajo su resguardo piezas arqueológicas y decorar su mesita de centro con vestigios arqueológicos o vasijas de barro. Puede incluso formar su propia colección e irla enriqueciendo poco a poco. Así lo dio a conocer el Ing. Marco Antonio Peña López,
Quien además dijo. Existen personas que desconocen La Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos establece que cualquier particular puede tener bajo su resguardo las piezas arqueológicas que desee, siempre y cuando las registre ante el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para evitar su venta ilegal.
“Los particulares solamente tendrán que registrar las piezas ante el instituto y solicitar lo que llaman una concesión de uso”, explicó el Departamento Jurídico del INAH.
Sin embargo, aclaró, “se trata únicamente de que particulares tengan en su poder las piezas, sin convertirse nunca en los dueños, pues éstas son Patrimonio de la Nación”. La concesión de uso no les da derecho más que para ostentarlas, a la vez que los compromete a conservarlas en buen estado”. Por lo que no pueden en ningún momento comercializarlas, pues esto es un delito.
Si el coleccionista quiere restaurar, exhibir o simplemente cambiar de sitio las piezas, tendrá forzosamente que dar aviso al INAH, instituto que, por otra parte, puede solicitar el acervo en calidad de préstamo cuando así lo necesite.
En estos términos, sería incorrecto hablar de expropiación, es decir, de una compra forzada, porque eso significaría que la persona es la propietaria, y no se puede expropiar algo que no tiene un dueño.
Lo mas lamentable es que mientras en otros lugares se cuidan estos vestigios a tal grado que no se permite tomar fotografías, en el parque Matamoros, y la misma casa de la cultura, de esta ciudad existen estelas que están tiradas a cielo abierto e incluso los perros llegan a realizar sus necesidades fisiológicas en ellas, por lo que el declarante exige mayor atención a este patrimonio del pueblo mexicano.

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